miércoles, 9 de mayo de 2012

La escolarización 

La educación, gracias a la situación económico-social y sobre todo al apoyo de los humanistas, puede experimentar un desarrollo, dejando de ser exclusiva de los altos estamentos y de habitantes de ciudades. En la primera mitad del siglo XVI se abren multitud de escuelas municipales que son encargadas a religiosos, y que suscitan un interés de todas las clases por considerarla como un medio de promoción social. En Inglaterra, por ejemplo, se abren escuelas de gramática, lo que permite la afluencia de estudiantes a universidades como la de Oxford o Cambridge. Mientras tanto España experimenta en este mismo siglo uno de los mayores desarrollos a nivel educativo, un siglo en el que aparecen escuelas de gramática, aumenta el número de universitarios y aparece un gran número de colegios jesuíticos. Esto no fue más  que el principio, ya que durante los tres siglos de la Edad Moderna se produce una transferencia del aprendizaje del hogar hacia las escuelas. Con el tiempo estas escuelas se convertirán en escuelas de oficios, y las universidades y los colegios quedarán de nuevo más restringidos. 
Universidad de Cambridge
Universidad de Oxford
   








Los centros docentes y la red escolar

Durante la edad moderna la red escolar no seguía ningún criterio común, teniendo cada institución educadora –religiosa, individual o estatal- unas pautas propias que condicionaban el desarrollo de los alumnos. Cada institución tenía sus propios criterios a seguir con respecto a los planes de estudio, materiales, principios pedagógicos, etc., al igual que tampoco existía una estratificación de los grados de enseñanza a nivel nacional, y por tanto, no existían grados de exigencia ni para el profesor ni para el alumno. A pesar de este desorden, estas instituciones sirvieron como medio de culturización para la sociedad e incluso para otro tipo de cometidos no educativos como las vacunaciones. 
A pesar de que la pedagogía variaba con el tiempo y con cada institución, lo que no varió fue el principio de disciplina, la violencia. Estos castigos y/o torturas llegaron a tal extremo que en Inglaterra se tuvo que tomar medidas en contra de estas prácticas. Se seguía el criterio, por tanto, de gratificación-sanción, como forma de controlar la conducta del niño. Desde el renacimiento se señala la importancia de concebir la educación como un juego, llegando a aplicarse en el siglo XVIII. Desde fechas tempranas la pedagogía tiene un objetivo particular para cada individuo dependiendo únicamente del linaje, es decir, a un hijo del rey hay que educarlo como a un príncipe y al hijo de un militar hay que educarle el cuerpo. El colegio por tanto es selectivo, respondiendo al ideal estamental. 

Los sectores educativos

Telar de cintura del siglo XVI
La enseñanza primaria se realizaba en cualquier lugar, incluso en una taberna. La formación era simple y diferente para cada sexo, a los niños se les instruía en lectura y escritura; y a las niñas se les instruía en principios de fé, costura, economía doméstica y muy raramente lectura. A estas instrucciones asistían niños de entre seis y diez años, aunque su asistencia era muy irregular ya que las clases se adaptaban al ritmo estacional de la agricultura. Los padres de estos niños no veían necesaria la asistencia de estos, lo que propicio una alta tasa de analfabetismo en las clases más bajas. 
Con el tiempo aparecieron las escuelas de oficios en las que se formaba a los adolescentes a desempeñar una labor en concreto. Esta formación se llevaba a cabo tanto en escuelas como en los propios talleres, y existía la idea de que si se impartía una mayor formación mayor sería el rendimiento. Este tipo de educación también era impartida a las mujeres, a las cuales se preparaba para incorporarse a la industria textil. 
Logo de la Societas Jesu o Societas Iesu
La enseñanza secundaria se impartía en las escuelas de gramática, en las cuales se impartían multitud de asignaturas siendo latín la de más importancia por su vinculación religiosa y por su uso en la justicia o en las relaciones internacionales. Estaban mejor organizadas y tenían el apoyo del Estado y de la Iglesia, siendo los encargados de formar las élites europeas. Estas escuelas fueron indispensables en el mecanismo de la reproducción ideológica y no se desprendieron de la tutela clerical hasta el siglo XVIII. A todas las compañías religiosas dedicadas a la formación se le sumo la Compañía de Jesús, cuyos métodos empleados les valió tal reconocimiento que se convirtieron sus escuelas en destinos exclusivos para la nobleza
Brandenburgische Akademie der Wissenschaften
Paralelamente surgen las Academias, que son escuelas para paliar las deficiencias educativas proporcionando estudios especializados. Un ejemplo de estas es la Academia de Notarios y Abogados veneciana del siglo XVI. En el siglo XVII se produce un auge de estas academias, siendo homologadas por la administración. Una de estas fue la Academia Francesa (1627) creada por Richelieu como un organismo de codificación. Estas academias fueron exportadas a otros países europeos, como en Alemania, donde creo la Societas Regia Scientiarum berlinesa, que es la actual Brandenburgische Akademie der Wissenschaften
UAH. Fachada del Colegio Mayor de San Ildelfonso
La enseñanza superior o universitaria, era la más alta institución educativa, de la cual quedaban exentos mujeres y grupos sociales inferiores.  Son controladas por la Iglesia hasta la segunda mitad del XVIII y tienen un carácter conservador reacio a nuevas ideologías, actitud que entorpece el avance científico. Esta situación se mantendrá así hasta poner fin al control religioso sobre las universidades. Destacaban especialmente las Facultades de Teología, de Artes, Derecho y Medicina. En Italia, con las corrientes renacentistas, surgen las facultades de Filosofía, Cultura Clásica, Matemáticas, etc. En España, Cisneros creó la Universidad de Alcalá de Henares en 1499, que era puramente de letras. La cifra de facultades y de estudiantes aumentó a lo largo del siglo XVI, pasando España de ocho universidades en 1500 a 33 en 1600, aunque no todas ellas eran de la misma calidad científica. Sin embargo, durante el siglo XVII y XVIII, las universidades sufren una decadencia, en gran parte provocada por otorgar grados académicos en función de las clientelas sociales, solo salvándose aquellas que supieron renovarse. 

El material pedagógico

Las aulas escolares estaban muy mal preparadas para su labor, eran frías y no estaban lo suficientemente acondicionadas. En el aprendizaje los instrumentos básicos eran los abecedarios, los silabarios y las cartillas. Para la lectura se utilizaba el cartapolo que se colgaban en la pared para una lectura común. La cartilla servía para aprender a leer con una extensión variable, no tenían ilustraciones y la letra utilizada era la romana. Estas cartillas podían contener instrucciones religiosas, artículos de fé, mandamientos, etc.
A un nivel superior estaban los manuales y libros de todo tipo siendo los más famosos los Catones. El catón tenía como base pedagógica la repetición y luego la progresión en las dificultades. Sus títulos son generalmente en latín e insisten en la dimensión moral de la enseñanza pudiendo ser utilizado como manual de civilidad. Mas tarde fueron prohibidos por considerar las autoridades religiosas que fomentaban el laicismo. Era común la lectura de textos famosos y se hacían representaciones teatrales. 
      
    El periodo escolar

El tiempo escolar, o dicho de otro modo el tiempo que se dedicaba a ir a la escuela es difícil de calcular. Existe en este ámbito una doble óptica, por un lado, la cantidad de tiempo que cada persona le dedica a la escuela, y por otros el tiempo efectivo consagrado en la escuela. En la Edad Moderna ambos casos fueron bastante irregulares. Ante todo esto se necesitaba imponer un ritmo en la enseñanza, por lo que se creó un calendario escolar en el que era imprescindible la puntualidad y la asistencia a clase. Se creía por entonces que la información se acumulaba, considerando que las ausencias rompían el ritmo diario de adquisición de conocimientos, por lo que se creo un horario que fuese compatible con las fiestas religiosas. También se tuvo en cuenta las condiciones climáticas y geográficas de cada lugar. En Italia, se fija el calendario muy tempranamente, situando los exámenes semestrales a final de año, también se imponen las tareas en casa, se ponen vacaciones en Otoño, un día de descanso a mitad de semana, y el sábado como día de repaso. Desde el siglo XVI se fija una jornada escolar dividida en dos jornadas, la de mañana y la de tarde. En Alemania la Ordenanza escolar de Stralsund (1569) divide la jornada en seis horas, tres por la mañana y tres por la tarde y en cuanto a la enseñanza tiene en cuenta la enseñanza del catecismo luterano y de la Biblia. 
El progreso de la educación

La educación como vehículo de transmisión cultural y conformación ideológica ha sido siempre un tema de preocupación, siendo acometido durante la edad moderna por intelectuales, moralistas, eclesiásticos y servidores del estado. Los temas de debate se centraban en el tipo de instrucción a impartir, la idoneidad de las disciplinas y materias de enseñanza y la pedagogía aplicada; debates que siguen una línea de evolución durante los siglos modernos que se puede rastrear, tanto en las formulaciones teóricas como en su puesta en práctica, siendo la educación motor de cambio, así como consecuencia del mismo.
La primera variación importante que sufrió fue lo que podríamos denominar como la laicización de la educación, debido a la necesidad del estado de contar con personas cualificadas. 
Los primeros en darle valor social a la educación fueron los humanistas, ya que esta era imprescindible para crear buenos ciudadanos, de ahí que su principal vindicación fuese la educación integral. Con su nueva concepción del hombre defendieron que la cultura debía ser el instrumento para lograr una educación total, moral y cívica. Del enfrentamiento dialéctico con la escolástica surgió su contribución  para renovar este campo, renovaciones que se instauraron en diversos centros educativos de Europa, ejemplificándose en la figura de Guarino creando el germen de la escuela preuniversitaria, combinando la enseñanza, la investigación y la visión perfecta del maestro laico; o en la escuela Giocosa, con su sistema pedagógico del estudio de los clásicos, la libertad personal y en la concepción lúdica del aprendizaje; o León Baptista Alberti que definió la función social de la educación que debería llevar al individuo a alcanzar el status de hombre completo donde se revelase el nexo existente entre cuerpo y alma.
Juan Luis Vives
Su extensión por todo europeo también se debe a las obras de grandes pensadores como Erasmo, J.L. Vives, G. Budé y T. Moro. Pero esta extensión no nos debe llevar a equívocos, ya que fue una educación restrictiva, es decir, una educación elitista. En cuanto a estos  pensadores tenemos que destacar las aportaciones  de Erasmo, que quería un sistema orientado a la consecución de la sabiduría, del conocimiento y la instrucción a través de la retorica, completada con la enseñanza moral y cristiana, para hacer del hombre un verdadero ser humano. También cabe destacar la gran importancia dada a la preparación del maestro debido a su responsabilidad.
Es interesante destacar al español Juan Luis Vives, padre de la psicología pedagógica, que entendía la instrucción con una finalidad practica, pretendiendo reordenar los studia humanitatis según las posibilidades reales y la capacitación de los niños, para una educación mas eficaz.
La aportación más importante del humanismo fue definir el fin de la educación como la formación del hombre para conseguir su libertad mediante la toma de conciencia del mismo.

Melanchton
Una vez tuvo lugar la escisión religiosa ambos “mundos” tomaron caminos diferentes. Por una parte los reformadores se mantuvieron en la tradición humanista, pero con una diferencia, la extensión de la educación a toda la sociedad, siendo la escuela y el maestro los pilares de la educación moral y religiosa, en conexión con la enseñanza práctica o profesional. Melanchton creo un sistema pedagógico que combatía el escolasticismo proponiendo el estudio de las lenguas clásicas, el alemán, geografía, matemáticas y religión, prevaleciendo el valor de la conciencia frente a la jerarquía. Este sistema se acogió en escuelas y universidad, siendo el ejemplo más importante la universidad de Wittemberg, convertida en el modelo a seguir. La obligatoriedad de la instrucción, la recomendación a los padres de una educación responsable, junto con el entusiasmo de muchos protestantes hicieron avanzar la educación en el conjunto de la Europa reformada.


Por su parte la contrarreforma se movió en el intento de conciliar humanismo y cristianismo, haciendo de las escuelas medias un instrumento de la formación política. Cabe destacar en este ámbito del papel que tuvo la Compañía de Jesús, que se despreocuparon de la enseñanza elemental (y con ello, también del grueso de la población) y se centraron en los estudios medios y superiores, donde establecieron un sistema en el que las materias estaban seleccionadas por los superiores y el que prevalecía una estricta disciplina, pretendiendo formar combatientes por la fé, soldados para combatir la herejía y el paganismo. A la larga este sistema desterraría al erasmista y humanista.

Campanella
En cuanto a la evolución en el siglo XVII se abren nuevas vías. La enseñanza empieza a destinarse a la consecución de un conocimiento científico, destacando dos autores: Campanella y Bacon. Ambos defendían una enseñanza destinada al aprendizaje para la vida y para el trabajo con una formación humanística depurada de sus defectos. Mas adelante va tomando importancia la visión enciclopedista, tomando el conocimiento como compendio sistemático de saberes, donde se supedita la gradación de los estudios a la evolución física y mental del individuo. Más tarde, a mediados de siglo, estallará el debate entre antiguos y modernos, centrado en el racionalismo y el rechazo a la rigidez que había en las diferentes materias de educación. Esto llevo a una mayor importancia de las ciencias experimentales y en una apertura de la educación al “grueso” de la población. Este desarrollo se extendió a Alemania también, pero sin embargo en Inglaterra debido a los postulados de Locke, que antepuso la educación a la instrucción, siendo el objetivo la creación de hombres virtuosos y útiles, y dejo de lado la educación de los pobres.

Denis Diderot
En el siglo XVIII los enciclopedistas impulsaron la educación al defender que esta llegase a toda la población como instrumento para alcanzar el progreso y la libertad. La entrada de la educación en el ámbito político favoreció su expansión así como el desarrollo de las ciencias experimentales dentro de esta.  La educación se convertía así en un servicio público. Pero el sistema no fue del todo renovador ya que siguió estando basado en la desigualdad y la discriminación, tanto social como de genero.

El progreso de la educación en la edad moderna es indudable, produciéndose una modernización del mismo. Para entender mejor el procesos hay que tener en cuenta cuatros aspectos básicos: La educación avanzo porque el estado lo necesitaba, en cuanto a la formación de individuos especializados, necesarios para este; fueron pocos los que pudieron acceder a la educación; la mayoría de educadores procedían del clero, por lo que partían de unos presupuestos ideológicos determinados, los medios e instrumentos eran muy rudimentarios y el tiempo destinado a la educación escaso e irregular. Pero pese a esto la educación tuvo un efecto democratizador, al consolidarse como medio de ascenso social.

Alfabetización e Instrucción 
La alfabetización es uno de los indicadores más significativos para poder medir la educación y establecer los niveles educativos de una sociedad en un momento determinado de su historia; es el aprendizaje de unas técnicas que permiten a una persona leer un texto, manuscrito o impreso; aquellos que no puedo hacerlo son, por tanto, analfabetos.

Para medir la alfabetización se cuantifica la producción escrita, el número de lectores, y después,  se calcula el número de escuelas, la venta de libros y la práctica de lectura y escritura. Todo ello con el matiz de que, a veces, lectura y escritura, son dos variables independientes, lo que significa que había gente que capaz de leer y escribir, muchos solo sabían leer y otros que solo eran capaces de estampar su firma en un documento, lo que da la idea de distintos niveles de alfabetización.
La relación entre producción y venta de libros significa tener en cuenta las formas de acceder al libro, en propiedad o en préstamo mediante bibliotecas.
Las investigaciones sobre la escritura están centradas fundamentalmente en los archivos notariales donde se estudia la incidencia de la firma en los testamentos, inventarios de bienes, actas matrimoniales y demás protocolos jurídicos, sin olvidar que estos actos no formaban parte de una conducta habitual ni generalizada en todos los grupos sociales.
El grado de instrucción se mide por tres factores: El número de centros escolares, el número de profesores y el porcentaje de población que asiste a la escuela.
La Europa moderna no era un espacio homogéneo en lo que se refiera a la alfabetización debido a las notables diferencias en el nivel económico, status socio-profesional y acceso a la educación; Tampoco fue un proceso lineal, sino que tuvo avances y retrocesos dependiendo de las circunstancias políticas, económicas y sociales de cada momento.
En el siglo XVI la mayor alfabetización coincidía con las áreas más dinámicas a nivel económico y social: Italia septentrional tiene una tradición importante de enseñanza laica, así en Florencia más del 40% de los niños entre 5 y 14 años iban a la escuela; en los Países Bajos y nordeste de Francia también se avanzó mucho, en París hacia 1535 habían 25.000 escolares de un total de 100.000 habitantes; en Inglaterra y España la evolución es más rápida en la primera mitad de siglo, mientras en otros puntos, como Alemania será más tardía.
Hacia 1600 los analfabetos representaban entre el 55 y el 65% de la población adulta de la Europa protestante y el 70-85% de la católica.
En el siglo XVIII hubo grandes adelantos. En Prusia, Federico Guillermo I, declaró obligatoria la enseñanza primaria hasta los 12 años. En Francia podrían firmar el 70% de los hombres y el 40% de las mujeres.
En la Europa meridional y oriental, la menos desarrollada, la alfabetización se sitúa en unos niveles claramente inferiores y con fuertes contrastes.
Diferencias derivadas del género

El género aparece como uno de los factores diferenciadores más claros de la alfabetización ya que el analfabetismo era siempre mayor entre las mujeres, independientemente del grupo social a que perteneciera. El concepto de educación discriminaba claramente a las mujeres, y cuando se incorporen al sistema educativo, lo harán de forma discriminatoria ya que se les proporcionará no una enseñanza de tipo intelectual sino una instrucción para el aprendizaje de un oficio.
En el siglo XVII, Francia se va a colocar en la vanguardia en lo que a educación femenina se refiere cuando algunas mujeres ricas den su respaldo a establecimientos privados dedicados a la docencia femenina.
Aún así en la Francia rural de 1740 tan solo una de cada ocho mujeres estará alfabetizada, mientras el porcentaje para los hombres se situaba ya de uno a tres. París en vísperas de la Revolución contaba con 334escuales elementales dependientes de la Catedral de las cuales la mitad era para niñas, pero recibiendo una instrucción basada en los principios de la religión, coser, hilar y tejer, tareas domésticas y, con un poco de suerte algo de lectura y escritura. Mientras tanto, en Madrid a mediados del siglo XVII el 31% de los hombres que hicieron testamentos no sabía firmar, cuando las mujeres la cifra se dispara al 74%.
El status socio-profesional y la riqueza

La riqueza diversifica el fenómeno educativo. La mayoría de los eclesiásticos están alfabetizados debido a su preparación tanto en los seminarios como en los conventos; de la nobleza, una gran parte también lo estaba, habiéndose superado el analfabetismo propio del grupo en la época medieval. En el estamento llano hay una gran diversidad; están alfabetizados los profesionales de la justicia o de la administración, los grandes mercaderes y artesanos ricos; en España entre 1580 y 1650 sabían firmar todos los clérigos, juristas, burócratas, grandes mercaderes y nobles. la mayoría de los analfabetos se encuentran en las capas más bajas de la población. Para ellos fueron creadas escuelas de caridad, gratuitas, en muchos puntos de Europa.

La instrucción de la nobleza normalmente se hacía en la propia casa hasta los 16 años, momento de asistir a la universidad para completar los conocimientos adquiridos de forma privada. Esto solía hacerlo las casas nobiliarias más importantes de Europa aunque en el siglo XVIII esta costumbre desapareció y muchos jóvenes de la nobleza y de las élites fueron a ocupar los pensionados, la mayoría de ellos controlados por las órdenes religiosas o en manos privadas. Además de las materias puramente intelectuales se les enseñaba otras materias que ahora se juzga como signos de distinción, danza, equitación y esgrima, ya que la educación caballeresca implicaba una dedicación por igual a las armas que a las letras. Su educación política se obtenía con la práctica, enviándose al joven a alguna embajada, o viaje a algún país europeo para aprender de ellos en todos los sentidos y adquirir así una experiencia práctica y formativa que sería muy útil cuando se desempeñara un cargo político.


El medio urbano y el medio rural
Las ciudades siempre han estado más alfabetizadas que el campo. Por el mayor número de escuelas existentes y por la gran cantidad de libros en circulación.
Generalmente las poblaciones pequeñas disponían de una escuela parroquial, casi siempre con pocos alumnos, dada la irregularidad en su asistencia, sostenida por la iglesia y dirigida por el párroco, que acostumbraba a contratar como  maestros a miembros de la baja clerecía. Aquí se enseñaba lectura, nociones de de escritura, un poco de cálculo y catecismo.
En las ciudades habría que diferenciar según los barrios; existían escuelas municipales que impartían una enseñanza media, de buena calidad, consistente en lectura, escritura, matemáticas y cálculo.
Diferencias religiosas

Desde un principio los reformadores pensaron en una educación para la infancia en general, para que pudieran acceder a la Biblia, por eso los países asociados a la Reforma obtuvieron mejores niveles en la instrucción. También es verdad que el protestantismo arraigó entre las clases medias, que ya estaban más alfabetizadas, además de que muchas mounidades protestantes residían en las ciudades.
Lutero
Martín Lutero
Lutero traza un verdadero programa educativo en su obra "Libellus de instituendis pueris" pero fue Melanchton quien elaboró un plan general para las escuelas de Sajonia en 1528. En 1619, en Weimar se dictó un reglamento escolar instituyendo también la enseñanza obligatoria a los niños y niñas desde los 6  a los 12 años. Este periodo escolar duraría todo el año y no solo en la temporada invernal, estableciendo 4 semanas de vacaciones y algunas fiestas patronales, amenazando a los padres que no escolarizasen a sus hijos con determinadas sanciones.
También la contrarreforma verían en la escuela el medio de propagar la verdadera religión y cristianizar al tiempo que desterraban la herejía. A través de las órdenes religiosas se volcaron sobre todo en la enseñanza secundaria, proporcionando una instrucción fuertemente religiosa y orientada a las élites. La alfabetización católica era absolutamente coherente con los principios de la sociedad estamental, por lo que siempre logró menores índices que en la Europa reformada.

El taller

Hasta que se crearan Escuelas de Oficios en la Europa del siglo XVIII , los talleres de los Gremios eran los únicos centros que procuraban una enseñanza adecuada para el desempeño de un oficio. Se trataba de unas instituciones de origen medieval, las cuales seleccionaban a los alumnos, enseñaban las técnicas, el uso de las herramientas y útiles propios del oficio, además de otras habilidades necesarias. En estos talleres, podemos seguir un escalafón que va desde el aprendiz, en su escalón mas bajo, al oficial, en un escalón intermedio, hasta llegar a maestro, escalón mas alto. Eran los maestros los únicos capacitados para dirigir una manufactura, además de poder enseñar sus técnicas a otros.


El aprendizaje de un oficio

Los gremios se encargaban de las tareas de reclutar y formar a sus alumnos comprometiéndose a enseñarles el oficio mediante un contrato en el que se llegaba a un acuerdo por parte de las dos partes interesadas, donde se recogían todas las condiciones económicas, laborales, etc. El maestro se comprometía a mantener en su casa como huésped al aprendiz, proporcionándole comida, bebida, cama, ropa, además de todos los conocimientos necesarios para aprender el oficio. El maestro sería penalizado si incumplía con sus obligaciones.
El aprendiz por su parte, necesitaba a alguien para satisfacer los gastos de su instrucción. Hay que decir que el aprendiz en numerosas ocasiones realizaba tareas domésticas que no tenían que ver con el oficio; esto suponía algunos abusos.

El servant-life-cycle

Thomas Peter Ruffel Laslett
Esta expresión fue acuñada por P. Laslett, y hacía referencia a la práctica en países europeos como Inglaterra, Francia o Alemania, sobre todo en el siglo XVIII, de colocar a los hijos  en hospedaje (a los niños como aprendices y las niñas como criadas, dependientas de tiendas maestras) en el seno de otras familias para recibir un aprendizaje durante varios años. Hay que destacar su carácter de práctica en la sociedad del Antiguo Régimen, frecuente entre los campesinos pobres, entre los labradores enriquecidos, los comerciantes, los hombres de negocios, etc. Era una forma de proporcionar un aprendizaje en todos los aspectos de la vida, desde un oficio hasta buenos modales. Esta práctica fue vital para que los jóvenes fuesen mas independientes con respecto a sus familias y que además, obtuviesen una mejor preparación ante la vida. Aunque esta práctica también podía tener sus efectos negativos a nivel psicológico al carecer de afecto en esta etapa de la adolescencia. En la segunda mitad del siglo XVIII estos jóvenes representaron e 14% en Inglaterra y los Países Bajos, el 17% en Irlanda, el 10% en Alemania, etc.

La parroquia

La parroquia había sido siempre la manera de incluir a los fieles en la iglesia cristiana; el párroco ejercía su acción pastoral y la cura de almas siendo el punto de contacto entre la población y la iglesia. Tras las reformas religiosas se refuerza su papel doctrinal como centro de instrucción de niños y adultos en las verdades de la fé y en los principios básicos de la religión. El párroco debía de tener una elevada preparación y llevar una vida ejemplar. A través del sermón, la predicación y la enseñanza del catecismo van a proporcionar una educación moral y religiosa, colaborando con el maestro, al que selecciona y vigila para evitar cualquier tipo de desviación herética.

El sermón

El adoctrinamiento religioso a través del sermón fue de los mayores esfuerzos, por católicos y protestantes, en la lucha contra la herejía. Era necesario que los predicadores contasen con una elevada formación para realizar esta tarea lo mejor posible. Por eso, ambas iglesias tendrán como principal objetivo formar clérigos instruidos en el especto intelectual y ejemplares en el aspecto moral; para ellos acordaron la formación obligatoria en seminarios durante varios años. En esto seminarios, los futuros párrocos eran sometidos a un riguroso proceso de preparación antes de pasar a los exámenes para adquirir la titularidad de parroquia. Para vigilar el ejercicio pastoral, los superiores (obispos católicos, inspectores protestantes) visitaban constantemente las parroquias.
En el siglo XVI la predicación católica fue reforzada con las Misiones pedagógicas, grupos de religiosos que iban a las distintas ciudades para hacer un adoctrinamiento intensivo sobre la población durante algunos días: sermones para los adultos, escenas mediante la catequesis para los niños. El sermón se predicaba durante la misa y en numerosos oficios litúrgicos, servía para explicar el evangelio, enseñar las verdades de la fé, moralizar las costumbres… Había distintos tipos de sermones, realizados por la élite sacerdotal; en cambio, los curas ordinarios explicaban un comentario breve del evangelio del día. Estos sermones se centraban en el ciclo litúrgico sobre todo, aunque también había sermones para las misiones, los funerales, la administración de sacramentos, etc. En el siglo XVI, con el Renacimiento, se le da mucha importancia al discurso y a la retórica como medio de comunicación, sobre todo entre los protestantes; en el siglo XVII los católicos adoptan un lenguaje barroco, la mayoría de las veces confuso para los oyentes; en el siglo XVIII hubo una transformación en la oratoria sagrada, siendo típicos los sermones o recopilaciones de sermones famosos y los tratados que enseñaban a elaborarlos.

La catequesis

Entre los protestantes, el pastor ejercía su adoctrinamiento los domingos en la iglesia; una vez acabados los oficios religiosos, reunía a los niños para enseñarles catecismo, respondía a las dudas y cuestiones que pudieran surgir sobre las Escrituras, explicaba los temas sagrados y la palabra evangélica, cantaba salmos, etc. En las escuelas laicas, enseñaba junto con el maestro, repartiéndose las materias entre ambos. El maestro enseñaba a leer y el pastor explicaba los fundamentos de la fe. 
Lutero en su Libellus de instituendis pueris trazó un programa de instrucción cívico-religiosa y en el Pequeño Catecismo propuso un modelo de catequesis para la familia.
Calvino
Más tarde, Calvino propuso una catequesis para la juventud en su Instruction et Confession de Foi, desarrollada de forma más sencilla para los niños. Teodoro Beza escribiría otro catecismo dirigido a los niños de nueve a diez años.
Antes de las reformas religiosas no se dio mucha importancia a la catequesis, excepto en España y norte de Italia, entre otros. Pero desde las reformas hubo gran preocupación en este aspecto, animando a los párrocos a hacer un gran esfuerzo en la enseñanza de la catequesis, recomendando a los maestros a enseñar los principios doctrinales básicos.
Antes de Trento los catecismos recogen la herencia erasmista en el sentido de desarrollar una religión interiorizada, incluyendo los rezos fundamentales, obras de misericordia, los mandamientos, etc. El español Juan de Avila recomendó elaborar un modelo único de catecismo para toda la Cristiandad, orientado en una triple dirección: hacia los niños, adultos poco instruidos y catequizadores. Después de Trento los catecismos insisten más en la voluntad de instrucción religiosa para asegurar la pureza de la fe contra posibles desviaciones. Los catecismos fueron evolucionado hasta fijar varios modelos distintos: los catecismos dirigidos a los niños donde se enseñaban los rudimentos de la religión, los de primera comunión, y los catecismos orientados al clero y a los adultos cultivados.
Pedro Canisio
En 1566 se impuso de manera obligatoria el Catechismus ex Decreto Concilii Tridentini, dirigido a los párrocos para que aprendieran la forma más idónea de enseñarlo a sus feligreses, estructurado en cuatro partes fundamentales de la enseñanza de catequesis: Símbolos de los Apóstoles, Sacramentos, Decálogo y Padrenuestro. Fue autorizado a ser editado en las lenguas vernáculas, para facilitar su comprensión; dejaba a los obispos la elección de las personas competentes para catequizar, al tiempo que doctrina cristiana. El jesuita Pedro Canisio, Decano de la Facultad de Teología de Viena, elaboró tres modelos diferentes: la Summa Doctrinae Christianae, publicado en 1555, escrito en latín, con preguntas y respuestas para la enseñanza del catecismo a los niños; el Catechismus Minimus, publicado en 1566, constaba de cincuenta y dos preguntas con sus respuestas planteadas de forma mas sencilla; el Parvus Catechismus Catholicus, con 124 preguntas orientadas a la enseñanza escolar. 
Estas obras tuvieron mucho éxito y fueron difundidas a través de los colegios jesuíticos. Además de estas obras, los jesuitas popularizaron otras dos obras más, las cuales seguían siendo utilizadas en el siglo XVIII: la obra de J. Ripalda (Doctrina cristiana, 1591) y la obra de  Gaspar Astete (Catecismo de la doctrina cristiana, 1599). En 1683 el Cardenal Fleury redactó un catecismo opuesto a los anteriores, fácilmente comprensible para las masas, donde la narración y el relato eran el instrumento de transmisión de la doctrina cristiana, acompañados de imágenes. Pronto se impondría en toda Francia, iniciando así un nuevo modelo que sería continuado posteriormente  por Bossuet, entre otros.

La escuela

La iglesia descubre la escuela como elemento socializador de la cultura, la utilizaría como medio de difusión de sus principios; a través de ella quiso cristianizar y moralizar a las masas. El estado y los municipios se comprometieron para participar en el diseño de la escuela como un medio de control de las costumbres, una forma de sometimiento al poder político y de respeto al ordenamiento social vigente, a la vez que motor de progreso. Para los protestantes, a través de la escuela se enseñaba la lectura y así se posibilitaba el acceso individual a la Biblia u otras lecturas, y explicar el catecismo.
Los católicos hicieron esa misma interpretación, en las Constituciones Sinodales el principal objetivo de la escuela era difundir la religión cristiana (de ahí el empezar y acabar las clases con una oración).
Poco a poco las escuelas y otras instituciones escolares marcan las pautas de los niveles en la instrucción, la educación y el aprendizaje, al tiempo que transmite los principios religiosos y morales. Así, escuela y colegio suponen una nueva forma de control de la infancia y de la adolescencia, sometidos a la autoridad de especialista que marca los principios de la educación.
Con respecto al maestro, podía convertirse en una especie de sub-clero o sacristán, no solo porque su lección la hiciera el párroco sino porque entre sus tareas se incluía también la asistencia al cura en sus obligaciones pastorales, en la administración de sacramentos, cantar las misas, en los oficios y las oraciones, etc. En cambio, si su elección la hacía la municipalidad, no tenía que cubrir estas tareas, ya que se tenía en cuenta su capacidad intelectual y su eficacia en la enseñanza. En definitiva, mientras los obispos preferían un modelo de maestro según los patrones religiosos, las autoridades civiles preferían un maestro según su preparación docente.

 Los centros educativos: El hogar, el taller, La parroquia  y la escuela                                                                              

El ser humano, como ente social, desde su nacimiento esta sometido a la influencia de una serie de manifestaciones ideológicas y culturales que ira asumiendo paulatinamente bajo la forma de creencias, ideas, hábitos de conducta, sentimientos. Todo un acervo cultural que permite al individuo conectar sus estructuras psicológicas personales con las disposiciones sociales.
Su percepción se realiza a través de una multiplacidad de vías, en un proceso educativo, instructivo y formativo desarrollado de manera diacrónica a lo largo de su vida que va adaptando su personalidad a la sociedad mediante la regulación de sus pensamientos y emociones individuales. En los inicios de la modernidad de la familia se encargaba de procurarle ese bagaje de convenciones necesarias para convertirse en un ser social, conforme avanza el proceso de construcción de estado moderno se fueron produciendo una serie de transformaciones fundamentales en la organización de la sociedad que ampliaran las fuentes de su adiestramiento. Las instituciones públicas y la Iglesia, comprometidas de manera conjunta en el proceso de aculturación de las masas, provocan determinado cambios en las formas de transmisión de la cultura y en las manifestaciones culturales haciendo que la familia pierda su papel hegemónico.

La educación doméstica

La tradición cristiana siempre había resaltado la función educativa de la familia, una noción que se vería relanzada por el humanismo y las reformas mas religiosas. Católicos y protestantes ponen su confianza en ella y en la autoridad paterna para la educación religiosa y moral de los niños con la explicación de las verdades elementales del catecismo y las prácticas religiosas.
La comida familiar podía ser un buen momento para el aprendizaje del niño repitiendo las oraciones y las enseñanzas morales en la conversación de los mayores.
Los propios manuales de urbanidad, como ahora veremos, insisten en la doble acción educativa de la familia y la escuela.


La instrucción familiar

La familia era la principal referencia educativa del niño, donde aprendía a asumir el conjunto de las conductas que realizan los adultos, muchas veces de manera inconsciente pero que le preparaba para vivir en comunidad. El hogar es el ámbito donde el niño adquiere conciencia del mundo que le rodea, de las demás personas, de las convenciones sociales y de los aprendizajes necesarios para la vida, desde los aspectos mas básicos como las formas de comer, higiene y aseo personal, vestimenta, hasta la expresión por gestos y otros mas complejos sobre las estructuras emotivas y de control para comportarse adecuadamente en sociedad.
Durante la infancia, una etapa incierta y variable en el tiempo según los casos, los niños se hallan plenamente mezclados con el mundo de los adultos. Los varones emulan las conductas del padre y las niñas la de la madre, los dos sexos recibirían una formación adecuada a la posición económica y al status social de la familia, de cuyo aprendizaje dependerá en buena parte su futuro pero siempre diferenciada según el género.

La transmisión de los saberes femeninos y el papel de las mujeres como depositarias de una amplia cultura popular son fundamentales para entender la labor educadora de la madre, variable según las clases sociales, la edad y el género, como hemos dicho, de los cuales podemos trazar un recorrido en los mas variados aspectos. Sus múltiples habilidades culinarias se extendían desde la preparación  y la elaboración de los alimentos hasta su conservación, siendo transmitidas de manera oral o a través de compilaciones de recetas que se iban escribiendo, primero para perpetuar los conocimientos de unas generaciones a otras dentro de la propia familia, y después con la impresión, venta, circulación de recetarios de cocina.

Privacidad y civilidad: normativa social y manuales de urbanidad

La cultura occidental, en un proceso de larga duración, fue generando unas nuevas formas de comportamiento social. La civilidad fue el proceso de transformación de las conductas humanas mediante el cual se civilizó la sociedad europea. En un primer momento de civilidad, desarrollada fundamentalmente en la Italia renacentista comprendía un conjunto de reglas de urbanidad, decoro y decencia que se enseñaba a los cortesanos, nobles y burgueses en las escuelas de las villas, y que consistía en una educación corporal, en el control de las conductas y de la gestualidad en su relación  con los objetos y las personas.
Erasmo de Rotterdam.
En el siglo XV se escribían libros y manuales donde se daban una serie de pautas y nociones básicas para ser personas agradables y corteses, y también orientado a la educación específica de las niñas. La obra de Erasmo introduce en la cultura europea en una nueva concepción acerca del comportamiento del hombre del hombre en sociedad. 
Estos nuevos modelos de conducta se adecuaba mejor a una sociedad en transición, donde la adopción de eso ideales podían comportar nuevas posibilidades de promoción social a los grupos de la burguesía, frente a la antigua clase dominante caballeresca y feudal.
Otros autores, que también escribieron manuales y tratados acerca del comportamiento, se centraron mas en la educación de la nobleza y del cortesano, que daría paso a una corriente continuada por otros escritores en el siglo XVII.
En 1671, se publicó en Francia un manual que recogería la herencia erasmista, postulando de nuevo la educación universal para todos los hombres,  donde se considera que las mismas conductas adquieren un valor diferente según el rango de los protagonistas, por lo que enumera en detalle cuales pertenecen a cada uno de los siete grupos: Príncipe, Magistrados, hombre de guerra, comerciantes, artesanos y campesinos, miembros de la iglesia y mujeres asignándoles una normas de comportamiento unas normas de comportamiento determinadas y especificas conforme a las funciones desempeñadas en la sociedad.
A nivel teórico se había proclamado la validez universal de esos principios, pero en la practica se dejo fuera de ellos al abigarrado mundo de las clases populares, marcándose el principio de que a cada grupo le correspondía unas conductas específicas según su calidad y rango.
El proceso de “civilidad” comenzó entre los grupos privilegiados, desde la nobleza a la burguesía, y después se fue imponiendo como modelo al resto de la sociedad, como un signo de distinción y refinamiento.
A partir del siglo XVIII, se proponen formas de educación alternativas, acordes con la naturaleza frente al encorsetamiento tradicional. Este material iba dirigido al publico infantil y adolescentes hasta el punto de ser incorporados a la enseñanza escolar como material pedagógico, y que  contenían numerosas recomendaciones para educadores y padres. En ellos se indicaban normas de comportamiento, formas de hablar, normas elementales sobre el uso del cuerpo, higiene y apariencia externa, limpieza y aseo personal, comportamiento en la mesa, hasta conocer las oraciones que han de decirse antes y después de las comidas.
Este tipo de publicaciones donde se enseñan las normas de comportamiento estaban dotadas de imágenes que servían de ejemplo para saber interpretar posteriormente los gestos refinados y posiciones de protocolo, así serian asimilados con mayor facilidad por toda la población. Serían fuentes iconográficas como el grabado y la pintura. También la literatura y el teatro sirvieron como un medio de adoctrinamiento mas en la formación de la civilidad.